Monday, March 25, 2019

La cruel realidad del femicidio en El Salvador. Primera parte


El Salvador es el país centroamericano donde más mujeres son asesinadas por su pareja. Y frente a eso ¿qué se está haciendo? es la pregunta que se hizo Louise Donovan del medio de comunicación ELLE UK.

En esta lectura, Axel Preuss-Kuhne comparte la investigación de Donovan sobre la violencia que recae en la mujer de El Salvador. Donovan tituló su trabajo `Men kill women because they can´: Inside El Salvador´s devastating femicide crisis, y fue publicado el 4 de enero de 2019 en el sitio web elle.com.

Este artículo se compone de dos partes. Esta lectura corresponde a la primera.

Jocelyn nunca volvió a llamar por culpa de su novio

Yessenia Juárez y su hija, Jocelyn, fueron muy cercanas. Todos los días hablaban. Entonces, cuando en la mañana del jueves 5 de julio de 2018, Yessenia llamó a Jocelyn y ella no contestó ni volvió a llamar, algo parecía estar mal.

Jocelyn siempre fue diligente con las llamadas telefónicas.

Llámelo la intuición de la madre, llámelo el sexto sentido, llámelo como quiera, pero el pánico comenzó a aumentar rápidamente en el pecho de Yessenia.

"Jocelyn nunca había hecho algo así antes", explica la madre de 44 años, entrelazando ansiosamente los dedos. Vestida con una bata de color rosa, las lágrimas comienzan a llenar sus ojos oscuros: "Nunca".

En las semanas previas a su desaparición, Jocelyn había intentado -varias veces- romper con su novio, Ronald Urbina. La pareja había estado en una relación durante diez años: vivieron juntos durante cinco.

"Estaba triste", explica Yesenia. "Ella me dijo: `Le dije a Ronald que me iría y él no quiere dejarme ir´. Sin embargo, no estaba preocupada. Mi hija era una mujer tenaz, se fijó metas y las persiguió".

Tres días después, Jocelyn, de 26 años, apareció muerta. Su cuerpo había sido cortado en siete pedazos y arrojado en dos lugares diferentes a lo largo de San Salvador.

El Salvador es violento y con las mujeres es peor

El Salvador es considerado uno de los países más peligrosos del mundo. Un estado pequeño y densamente poblado en América Central, tiene la tasa más alta de homicidios fuera de una zona de guerra. En promedio, un asesinato ocurre cada dos horas. En enero de 2017, el país llegó a los titulares en todo el mundo porque no se habían reportado asesinatos en 24 horas, algo raro.

En este sangriento paisaje, el pronóstico para las mujeres es especialmente sombrío.

Cuando el valor asignado a cualquier vida humana es abrumadoramente bajo, las mujeres se convierten en objetos para ser usados ​​y descartados. De modo que se deduce que el país tiene la tasa más alta de femicidios en América Latina y el tercero más alto del mundo.

El femicidio o feminicidio, para aquellos que no están familiarizados con el término, es un crimen de odio. Se basa en la idea de que una mujer es asesinada porque es mujer. En El Salvador, una mujer es asesinada cada 18 horas. En 2017, ocurrieron 468 feminicidios, según el Instituto de Medicina Legal.

La mayoría de estas mujeres tenían menos de 30 años y muchos de los asesinatos fueron brutales y salvajes.

Es el caso -por ejemplo- de Graciela Chávez, de 22 años, quien fue encontrada muerta en un jardín en San Salvador en febrero de 2018. Su prometido la había apuñalado 56 veces.

O la periodista Karla Turcios, quien fue encontrada estrangulada y asfixiada en una carretera cerca de donde vivía. Su compañero, Mario Huezo, había envuelto la cabeza de la mujer de 33 años en bolsas de plástico, sofocándola.

Dos días después de su desaparición, el cuerpo de Jocelyn fue descubierto. Cuando la policía la encontró, estaba sin cabeza e irreconocible. Urbina, el novio, fue arrestado y acusado de matarla (pero él niega todos los cargos).

"Nunca imaginé nada como esto", dice Yessenia, con la voz entrecortada mientras dice esto. "Ha habido muchos asesinatos en El Salvador, pero el de mi hija fue el más cruel, ¿no?".

Para entender la violencia contra la mujer en El Salvador, es necesario mirar hacia el pasado

En los últimos años, la plaga de violencia contra las mujeres salvadoreñas ha alcanzado proporciones dramáticas. Para entenderlo, sin embargo, se debe mirar hacia el pasado de El Salvador. Hace menos de 30 años, el país fue devastado por una amarga guerra civil, una de las peores de la historia moderna. Alrededor de 70.000 personas murieron, y muchas más desaparecieron. Innumerables mujeres fueron brutalmente violadas y asesinadas, ya que a menudo se encontraban en escenarios de guerra.

Para escapar de la violencia, familias enteras huyeron a Estados Unidos. Fue allí, a principios de la década de 1980, donde se formaron las dos pandillas principales de El Salvador: la Mara Salvatrucha (o MS-13) y el Barrio 18. Ambas nacieron en las calles de Los Angeles, a la cabeza de los infantes -hijos- de los refugiados salvadoreños.

La guerra civil en El Salvador finalmente terminó, y muchas de las pandillas salvadoreñas formadas en Los Angeles fueron enviadas a casa, llevándose consigo la cultura callejera de Los Angeles que simplemente reemplazó la violencia política con la violencia de pandillas.

Hoy, cada ciudad en El Salvador es un mosaico de distritos, divididos entre las dos pandillas rivales. Después de que terminó la guerra, la falta de apoyo gubernamental dejó a miles de jóvenes abandonados. Matar se hizo fácil.

Esta lectura continuará en la segunda parte.