La lista de
testimonios de nicaragüenses que luchan por la democracia de su país es
extensa. La lucha contra el régimen se libra tanto dentro y fuera de Nicaragua,
sin embargo parece que la crisis se extenderá por más tiempo.
Los sandinistas
que no están alineados con Ortega, reconocen en el Comandante ser 'un traidor a
la causa'. Ortega se aferra al poder por todos los medios que tiene a su
alcance, pasando por encima de los derechos de los ciudadanos que lo eligieron
presidente, no dictador.
Axel Preuss-Kuhne
propone para reflexionar sobre la crisis nicaragüense el testimonio de Sandra
Ramos, una mujer combativa que se siente traicionada por algunos importantes ex
compañeros de lucha, que en otrora compartían sus mismos ideales. El sentir de
Sandra es desnudado por Renaud Risi, quien escribe para el sitio la-croix.com.
El artículo de Risi -con el relato de Sandra- titula Sandra Ramos, les
larmes amères du sandinisme, y fue publicado el 9 de octubre de
2018.
¿Quién es Sandra Ramos?
Sandra, es una
mujer fuerte y ha sido testigo de la conmocionada historia de Nicaragua. Vivió
primero la represión, antes de la caída del dictador Somoza en 1979. Luego los horrores de
la guerra, llevaron a defender la joven revolución enfrentando a los 'contras'.
Al frente de la ONG Maria Elena Cuadra, actualmente Sandra defiende los derechos
de las mujeres.
De la violencia,
Sandra ha llegado a conocer las muchas caras a lo largo de los años. Pero hoy,
se quiebra en llanto: "En nuestras oficinas, vemos a madres cuyos hijos
han desaparecido, arrestados por las autoridades sin darles información. Madres
cuyos hijos están muertos. Le dispararon a los niños, ¿te das cuenta?".
Una crisis político-social de escala sin precedentes
Desde mediados de
abril, Nicaragua se ha visto inmersa en una crisis política y
social de una magnitud sin precedentes. Según las asociaciones de
derechos humanos, la represión del movimiento que protestó, dejó más de 500
muertos y cientos de arrestos ilegales. El gobierno usó francotiradores y
fuerzas paramilitares cubiertas con capuchas.
Las lágrimas de
Sandra escapan más y más amargamente porque ella misma acompañó la revuelta que
lideró el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y a Daniel Ortega, al
frente del país, en 1979. "Yo era un estudiante en ese momento, y soy la
única en mi familia que se unió al movimiento contra la dictadura", dice
ella. "Quería salud para todos, tierras para campesinos, escuelas en todo
el país... Sigo siendo sandinista. Pero el poder de hoy no lo representa".
Derrotado en las
elecciones de 1990, Daniel Ortega regresó a los negocios dieciséis años
después, todavía con la bandera roja y negra que hizo caer a Anastasio Somoza.
Pero el corazón ya no estaba allí. Para recuperar el poder, el ex
revolucionario hizo una alianza en 2006 con grandes poderes económicos, y el
acuerdo fue claro: "Para usted, negocios, para mí, la política ... y
sobornos".
Sandra se dedica a la sociedad civil
En la década de
1990, rechazando el control de Daniel Ortega y su familia en el FSLN, Sandra
Ramos se distanció de esa 'maquinaria de poder', para no abandonar las convicciones y esperanzas
por las que ha luchado desde su juventud. Al igual que muchos otros
intelectuales, hizo campaña por la modernización democrática de un partido
nacido en la lucha armada. La revolución en la revolución, en definitiva.
Pero ganó "El
Comandante". Desde entonces, se rompe el encanto y Sandra se dedica a la
sociedad civil al frente de su ONG. Defiende a las mujeres, víctimas de la
violencia en el hogar, la fábrica o la oficina. Organiza talleres, defiende a
mujeres despedidas o procesadas por denunciar su suerte. "La represión no
comenzó en abril", continúa después de secarse las lágrimas.
"Llevamos años luchando por el respeto a la ley y nuestros derechos".
Así que en el
verano de 2018, cuando la Conferencia Episcopal de Nicaragua fue convocada por
el poder y por la oposición para mediar en un diálogo nacional, se le pidió a
Sandra participar en las discusiones. Las reuniones se llevaron a cabo por
primera vez dentro de su movimiento. Luego llegó el momento de dialogar con
otros representantes de la sociedad civil y con el régimen.
Sandra tiene esperanza en la juventud
"Así es como
surgió la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia", dice ella.
Justicia, verdad, democracia, eso es lo que pide el país. Las demandas de la
Alianza son dos: la independencia de las instituciones, comenzando por las
autoridades electorales, y la organización de una elección presidencial
anticipada en 2019, dos años antes del final del mandato de Daniel Ortega.
Por ahora, el
diálogo está suspendido, por iniciativa del gobierno. Pero Sandra no pierde la
esperanza. "Una vez más, los jóvenes están enojados", dice.
"Como en 1979, cuando expulsamos al dictador. Como en 1990, cuando los
reclutas tuvieron suficiente para morir en la guerra enfrentando a los ‘contras’. Cada vez, los jóvenes
finalmente ganaron...".