Friday, November 16, 2018

Sandra Ramos, una sandinista que hoy no sonríe


La lista de testimonios de nicaragüenses que luchan por la democracia de su país es extensa. La lucha contra el régimen se libra tanto dentro y fuera de Nicaragua, sin embargo parece que la crisis se extenderá por más tiempo.

Los sandinistas que no están alineados con Ortega, reconocen en el Comandante ser 'un traidor a la causa'. Ortega se aferra al poder por todos los medios que tiene a su alcance, pasando por encima de los derechos de los ciudadanos que lo eligieron presidente, no dictador.

Axel Preuss-Kuhne propone para reflexionar sobre la crisis nicaragüense el testimonio de Sandra Ramos, una mujer combativa que se siente traicionada por algunos importantes ex compañeros de lucha, que en otrora compartían sus mismos ideales. El sentir de Sandra es desnudado por Renaud Risi, quien escribe para el sitio la-croix.com. El artículo de Risi -con el relato de Sandra- titula Sandra Ramos, les larmes amères du sandinisme, y fue publicado el 9 de octubre de 2018.

¿Quién es Sandra Ramos?

Sandra, es una mujer fuerte y ha sido testigo de la conmocionada historia de Nicaragua. Vivió primero la represión, antes de la caída del dictador Somoza en 1979. Luego los horrores de la guerra, llevaron a defender la joven revolución enfrentando a los 'contras'. Al frente de la ONG Maria Elena Cuadra, actualmente Sandra defiende los derechos de las mujeres.

De la violencia, Sandra ha llegado a conocer las muchas caras a lo largo de los años. Pero hoy, se quiebra en llanto: "En nuestras oficinas, vemos a madres cuyos hijos han desaparecido, arrestados por las autoridades sin darles información. Madres cuyos hijos están muertos. Le dispararon a los niños, ¿te das cuenta?".

Una crisis político-social de escala sin precedentes

Desde mediados de abril, Nicaragua se ha visto inmersa en una crisis política y social de una magnitud sin precedentes. Según las asociaciones de derechos humanos, la represión del movimiento que protestó, dejó más de 500 muertos y cientos de arrestos ilegales. El gobierno usó francotiradores y fuerzas paramilitares cubiertas con capuchas.

Las lágrimas de Sandra escapan más y más amargamente porque ella misma acompañó la revuelta que lideró el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y a Daniel Ortega, al frente del país, en 1979. "Yo era un estudiante en ese momento, y soy la única en mi familia que se unió al movimiento contra la dictadura", dice ella. "Quería salud para todos, tierras para campesinos, escuelas en todo el país... Sigo siendo sandinista. Pero el poder de hoy no lo representa".

Derrotado en las elecciones de 1990, Daniel Ortega regresó a los negocios dieciséis años después, todavía con la bandera roja y negra que hizo caer a Anastasio Somoza. Pero el corazón ya no estaba allí. Para recuperar el poder, el ex revolucionario hizo una alianza en 2006 con grandes poderes económicos, y el acuerdo fue claro: "Para usted, negocios, para mí, la política ... y sobornos".

Sandra se dedica a la sociedad civil

En la década de 1990, rechazando el control de Daniel Ortega y su familia en el FSLN, Sandra Ramos se distanció de esa 'maquinaria de poder', para  no abandonar las convicciones y esperanzas por las que ha luchado desde su juventud. Al igual que muchos otros intelectuales, hizo campaña por la modernización democrática de un partido nacido en la lucha armada. La revolución en la revolución, en definitiva.

Pero ganó "El Comandante". Desde entonces, se rompe el encanto y Sandra se dedica a la sociedad civil al frente de su ONG. Defiende a las mujeres, víctimas de la violencia en el hogar, la fábrica o la oficina. Organiza talleres, defiende a mujeres despedidas o procesadas por denunciar su suerte. "La represión no comenzó en abril", continúa después de secarse las lágrimas. "Llevamos años luchando por el respeto a la ley y nuestros derechos".

Así que en el verano de 2018, cuando la Conferencia Episcopal de Nicaragua fue convocada por el poder y por la oposición para mediar en un diálogo nacional, se le pidió a Sandra participar en las discusiones. Las reuniones se llevaron a cabo por primera vez dentro de su movimiento. Luego llegó el momento de dialogar con otros representantes de la sociedad civil y con el régimen.

Sandra tiene esperanza en la juventud

"Así es como surgió la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia", dice ella. Justicia, verdad, democracia, eso es lo que pide el país. Las demandas de la Alianza son dos: la independencia de las instituciones, comenzando por las autoridades electorales, y la organización de una elección presidencial anticipada en 2019, dos años antes del final del mandato de Daniel Ortega.



Por ahora, el diálogo está suspendido, por iniciativa del gobierno. Pero Sandra no pierde la esperanza. "Una vez más, los jóvenes están enojados", dice. "Como en 1979, cuando expulsamos al dictador. Como en 1990, cuando los reclutas tuvieron suficiente para morir en la guerra enfrentando a  los ‘contras’. Cada vez, los jóvenes finalmente ganaron...".