Tuesday, October 23, 2018

El desplazamiento interno forzado en El Salvador: Una cruel realidad. Primera parte


El desplazamiento interno en El Salvador por causa de la violencia es un factor clave que explica la salida de salvadoreños de su país. Algunas importantes Organizaciones No Gubernamentales consideran imprecisa la afirmación del estado salvadoreño de que la principal razón para huir del país sea la pobreza, o sea, motivos económicos.

Si bien el fenómeno de pobreza y violencia social -entre otras formas de violencia- están fuertemente vinculados, es cierto que no siempre la falta de recursos económicos es el factor determinante para querer salir del país. Es la violencia, el peligro de muerte por manos asesinas, lo que impulsa a miles de salvadoreños a emigrar hacia su destino ‘más prometedor’: Estados Unidos.

En esta oportunidad, Axel Preuss-Kuhne trae como reflexión de esta dramática situación la historia contada por Heather Gies, titulada El Salvador's hidden tragedy: 'I can't take the agony any more', y publicada en el sitio web aljazeera.com el 11 de julio de 2018.

Este importante relato se divide en dos capítulos. A continuación se comparte la primera parte.

El desplazamiento interno en El Salvador. Una historia no contada

Ana Martínez, nombre ficticio para proteger la identidad de la mujer, a veces llora de felicidad y tormento al mismo tiempo, aliviada de estar viva, pero agotada por vivir con miedo.

La madre salvadoreña de dos hijos logró escapar de los tentáculos de una pandilla para matarla hace dos años, obligándola a mudarse cinco veces desde entonces para salvar su vida y la de sus dos hijos adolescentes.

"Quiero irme del país", dice Martínez, de 45 años. "No puedo soportar más esta agonía".

En marzo de 2016, miembros de pandillas secuestraron, golpearon y amenazaron con matar al hijo de Martínez, de 16 años, mientras caminaba a plena luz del día entre su escuela y la casa de su familia en territorio controlado por la Mara Salvatrucha o MS-13, en San Ramón, Cuscutlán, ubicado a unos 40 kilómetros al este de la ciudad capital.

Sus secuestradores dejaron en claro que su madre era el verdadero objetivo.

Martínez sospecha que fue señalada por su activismo, especialmente su trabajo de apoyo a una víctima de violencia doméstica para denunciar a su abusador, un miembro de MS-13.

Su hijo logró salir con vida, y la familia huyó de inmediato de su hogar, dejando todo atrás.

Martínez es uno de los 220.000 salvadoreños desarraigados en 2016 y 296.000 en 2017 por la violencia generalizada vinculada a una guerra de pandillas de más de dos décadas de antigüedad y 15 años de medidas drásticas contra el crimen violento por parte del gobierno.

Antes de que las personas que huyen de la violencia recurran al peligroso viaje al norte, a Estados Unidos, muchos se ven obligados a trasladarse dentro del mismo país, en una crisis interna de desplazamiento que las Naciones Unidas han calificado de "tragedia oculta".

A menudo atrapados en un ciclo de abandono reiterado de sus hogares debido a la inseguridad, muchas personas desplazadas tienen una opción menos en el horizonte después de que el Fiscal General Jeff Sessions ordenó a los jueces de inmigración negar la mayoría de las solicitudes de asilo de víctimas de pandillas o violencia doméstica.

Arnau Baulenas, coordinador legal del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA), dice que los cambios de asilo en los Estados Unidos afectarán a algunos de los más vulnerables de El Salvador.

"Cuando no permites que personas que han sufrido violencia de pandillas o violencia doméstica soliciten asilo en los Estados Unidos, de hecho estás cerrando la posibilidad de que la gente salga del país". El fenómeno no es la migración sino el desplazamiento forzado".

Alternativa a corto plazo

Una encuesta realizada en 2017 por la ONG de derechos humanos Cristosal encontró que el 96 por ciento de las personas desplazadas se reubicaron debido a pandillas, mientras que el 15 por ciento identificó a la policía y otras fuerzas de seguridad del estado como victimarios.

Según Baulenas, el desplazamiento interno suele ser solo una "alternativa a corto plazo" para quienes huyen de la violencia.

Alrededor del 93 por ciento de las personas desplazadas encuestadas por Cristosal creían que abandonar el país resolvería sus problemas de desplazamiento.

"Frente a la falta de alternativas internas no solo a nivel nacional sino también regional, la única opción que las personas buscan es migrar", dijo la representante de Cristosal, Rina Monti.

Agregó que las puertas cerradas para buscar asilo en los Estados Unidos probablemente no impidan a las personas huir, sino que las empujarán a hacerlo sin documentos.

En 2016, la información más reciente disponible, Estados Unidos otorgó asilo a por lo menos 2.150 salvadoreños. Esta es una fracción del número que se aplica cada año.

Al igual que muchos, Martínez también ve salir del país como su única salida. Ella, su hijo y su hija pasaron menos de un mes en un refugio en 2016 antes de mudarse a San Salvador, donde han rebotado entre los hogares cuatro veces más.

Su residencia actual es probablemente otra solución a corto plazo. La casa no tiene escritura de propiedad, por lo que la residencia allí es precaria.

Martínez se gana la vida vendiendo frutas, verduras y nueces. También ha trabajado con Organizaciones No Gubernamentales en temas de derechos de la mujer. Lucha por la supervivencia de su hijo y por su trabajo en las redes de apoyo de organizaciones de mujeres en las que participó años antes, después de escapar de su marido abusivo.




Con una camiseta gris que dice "Mi cuerpo, mis derechos", Martínez se muestra radiante mientras describe sus empresas comerciales independientes. Pero como la mayoría de las víctimas del desplazamiento forzado, la pobreza hace que sea más difícil escapar de la inseguridad.

Este artículo continúa en la segunda parte.